Conocer el bosque es fundamental para regenerarlo: recorremos e identificamos sus especies —los árboles más antiguos y los más frecuentes—, las criaturas que lo habitan y las quebradas que lo atraviesan.
Levantamos información por medio de inventarios, monitoreos con cámaras trampa, largas caminatas y contrastes con libros y artículos. A través de las residencias científicas vamos ampliando el conocimiento sobre los Andes amazónicos.
Además, desarrollamos un vivero forestal para restaurar las zonas degradadas dentro del proyecto de conservación Bosque Guardián. Y, porque todo se unifica, lo que hacemos se relaciona con el entorno del parque regional Cordillera Escalera.
Incentivamos la agroforestería y un jardín botánico con plantas ornamentales, especies de frutas y medicina natural. Reproducimos el bosque en base a las investigaciones de ingenieros forestales: un plan de producción consciente para preparar plantas y tierras que podrán ser parte del conjunto altoamazónico.
Pero somos solo un fragmento de los agentes de conservación del bosque. Sus verdaderos guardianes son aquellos árboles inmemoriales, lianas, arbustos, helechos —todos comunicados entre sí— a través de los elementos que sostienen todo cuanto se llame vida.
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